El mago del Teatro
“Nos
acercamos todos los días y tenemos
que tener
mucho cuidado de no trastabillar,
porque podemos caer y morir”
Isaac
Chocrón, 2009
Estudió
Literatura Comparada en la
Universidad de Columbia. En esta universidad realizó el
Master en Relaciones Internacionales, mientras
que en la
Universidad de Manchester obtuvo el PHD en Desarrollo
Económico y en la Universidad de
Siracusa el título de Bachelor en
Artes. Sin embargo, su profesión de
economista la ejerció hasta 1960, para dedicarse plenamente a la labor
intelectual.
Su
creación literaria comenzó en 1956 con la novela Pasaje y la prosiguió con Se
ruega no tocar la carne por razones de higiene (1971), Pájaro de mar por tierra (1973), Rómpase en caso de incendio (1975), 50 vacas gordas (1982), Toda
una dama (1988), Pronombres
personales (2002) y El vergel
(2005).
Aunque
su verdadera pasión fue el teatro, inspirado en teatro inglés contemporáneo. En
1959 Romeo Costea montó su primera obra dramatúrgica: Mónica y el florentino. Desde entonces sus creaciones teatrales se
fueron incrementando y se mantienen en escena, así nos encontramos con, El quinto infierno (1961), Animales feroces (1963), Asia y el Lejano Oriente (1966), Tric Trac (1967), Okey (1969), La revolución
(1971), La máxima felicidad (1975), Mesopotamia (1980), Simón (1983), Clipper
(1967), Solimán el magnifico (1991), Escrito y sellado (1993), Volpone
y el alquimista (1996), Tap dance
(1999), Tap dance y Los navegaos (2006). Según el propio
autor él comenzó “la verdadera carrera con la segunda de sus obras, que es El Quinto Infierno”.
Se recuerda también su columna fija en el diario El Nacional, bajo el título de “Señales de tráfico”. En estos escritos versa sobre las más importantes corrientes estéticas en torno a la cual gira la dramaturgia de Occidente desde finales del siglo XIX hasta la actualidad.
Escribió
el libreto para la ópera Doña Bárbara,
música de la compositora norteamericana Caroline Lloyd (1966), cuyo preestreno
se realizó en el Teatro Juares de Barquisimeto, luego en el Teatro Municipal de
Valencia y el 22 de julio de 1967 en el Teatro Municipal de Caracas.
La
preocupación de Chocrón por el teatro lo llevó a dedicar buena parte de su vida
a la docencia, siendo profesor por tres décadas y director de la Escuela de Artes de la Universidad Central
de Venezuela de la cual fue uno de sus fundadores y le dio forma a la mención
Artes Escénicas. Además, fue creador de la Cátedra de Teatro Norteamericano y presidente
fundador del Consejo Nacional de Teatro.
Chocrón, junto a José Ignacio Cabrujas y Ramón
Chalbaud son considerados la "Santísima Trinidad de las Artes
Escénicas" en Venezuela. Los tres fundaron El Nuevo Grupo en 1967, compañía
referencia del teatro venezolano, en el cual participaron también Samuel Dembo,
Esther Bustamante, Miriam Dembo, Elías Pérez Borjas y John Lange. Según Carmen
Márquez Montes, este proyecto realizó una labor “encomiable”, pues “ofreció una
producción continuada y estable en la que sobresalía el apoyo y promoción a
autores noveles venezolanos, así como a directores, escenográfos, técnicos y a
todas aquellas personas que trabajaban de forma seria en el teatro”. De esta
forma, en sus veintiún años de existencia, estrenaron obras de autores locales,
hispanoamericanos, contemporáneos universales y clásicos, contribuyendo de esa
manera a ”crear un público y por ende una crítica especializada”.
Fue
galardonado con el Premio Nacional de Teatro en
1979; mientras que en el año 2000 la Universidad Central
de Venezuela le rindió el homenaje “El Teatro de la vida o la vida para el
teatro” que incluyó una serie de actividades. Dos años más tardes, esta casa de
estudios le otorgó el título de Doctor Honoris Causa.
En
cuanto a la Gerencia
cultural, se tiene como primera referencia la Presidencia de la Asociación Venezolana
de Profesionales del Teatro entre 1977 y 1979. Siguió en el apoyo brindado a la
consolidación del Ateneo de Caracas, donde se montaron sus primeras piezas.
Fundador
de la Compañía Nacional
de Teatro, creada en 1984 con el objetivo de “apoyar la labor de los
profesionales del teatro venezolano, así como “propiciar la promoción y capacitación de los nuevos
valores”. Además, su repertorio debía incluir “las mejores obras de teatro
venezolano e internacional para disfrute del público de todo el país”.
Al
designársele como director en este nuevo proyecto cultural, inmediatamente
comenzó a estructurar la programación y a asegurar la infraestructura económica
y laboral necesaria para el funcionamiento. Conformó un importante equipo de
colaboradores y logró todos los recursos requeridos para el inicio escénico de
la novel agrupación. Así, el 27 de febrero de 1985, la compañía realizó su
primer estreno, una obra del propio Chocrón: Asia y el lejano Oriente, bajo la dirección de Román Chalbaud. Las
reseñas hablan de 49 funciones y cerca de 14.000 espectadores. Cinco años más
tardes, un anuncio en el programa de la obra Juan Tenorio se leía: ¡Arriba el telón! En una nueva etapa del
teatro venezolano”. En efecto, ese eslogan se cumplió y su principal impulsor
fue Chocrón.
Fue
director General del Teatro
Teresa Carreño en dos oportunidades, primero entre junio de 1991 y abril de
1992 y luego de noviembre de 1993
a marzo de 1995. En la segunda oportunidad asume la
institución en un momento de crisis y se propone actuar de coordinador de las
diversas áreas y gerencia del Teatro, sin embargo, el mismo lo advierte: “Mi
objetivo (…) es ayudar a estructurar esta nueva gerencia para que todo lo que
se presente en el Teatro sea de manera coordinada. Pero no soy ni el Mago de la Oz , ni el Papa”.
Casi
dos años más tarde, estaba presentando su renuncia. El último espectáculo que se realizó durante su
gestión fue Habana 30. Antología de la música cubana en la década
de la nostalgia, montaje concebido por José Ignacio Cabrujas, Lucy Ferrero
y Joaquín Riviera y en el que se reunió un destacado elenco de artistas y
agrupaciones venezolanas, entre ellos la propia Ferrero, Cayito Aponte, José
Grel, Canelita Medina, el Ballet Teresa Carreño y el Coro de Ópera del Teatro
Teresa Carreño.
Su
vinculación con el mundo de teatro traspasaba las fronteras de su producción dramatúrgica,
sus clases o sus decisiones como gerente y promotor cultural, si visión del
hecho escénico como algo más complejo e integral, tal vez le viene desde sus
días de infancia, cuando compartió clases con Vicente Nebreda en la Escuela Experimental
Venezuela.
Ambos
personajes se reencontrarían tiempo más tarde en Nueva York y según Carlos
Paolillo: “Juntos vivieron a plenitud la vorágine cultural neoyorquina,
especialmente la vinculada con las artes de la escena: el teatro, la música, la
danza, la ópera, las comedias musicales y el cine”. De este acercamiento quedó
su apoyo a importantes proyectos dancísticos como el Ballet Internacional de
Caracas o el Taller de Danza Contemporánea, como explica Paolillo en un
artículo de prensa.
Falleció
el 6 de noviembre de 2011, luego de una tenaz lucha contra el cáncer. Si bien
no fue el mago para solucionar algunos de los problemas que aquejaban y aquejan
a nuestras instituciones culturales, si lo fue en el mundo teatral,
dramatúrgico específicamente, donde se sentía como pez en el agua. Su legado es
imperecedero. Sus obras, montadas en diversos lugares del mundo, han
engrandecido el nombre de Venezuela. Ese respecto y admiración que siempre
dispensó en vida se mantendrá en el tiempo.
Textos: Jesús Eloy Gutiérrez, Octubre de 2013
Fotos e imágenes: Samnuel Dembo, Archivo Documental Teatro Teresa Carreño
No hay comentarios:
Publicar un comentario